martes, 8 de marzo de 2011

Quevedo viene a cuento

A todas partes que me vuelvo veo
las amenazas de la llama ardiente,
y en cualquier lugar tengo presente
tormento esquivo y burlador deseo.

La vida es mi prisión, y no lo creo;
y al son del hierro, que perpetuamente
pesado arrastro, y humedezco ausente,
dentro en mí proprio pruebo a ser Orfeo.

Hay en mi corazón furias y penas;
en él es el Amor fuego y tirano,
y yo padezco en mí la culpa mía.

¡Oh dueño sin piedad, que tal ordenas,
pues, del castigo de enemiga mano,
no es el precio ni rescate l'armoía!

Francisco de Quevedo.


Porque todos nos damos cuenta de lo mal que está repartido el mundo y no queremos quitarnos la venda de los ojos pudiéndole añadir las veces que nosotros hemos sufrido y hemos mirado para otro lado. Si lo ves desde otro punto de vista, esto quiere decir que tenemos que seguir adelante y que a veces tenemos que volver nuestro corazón de piedra para conseguir nuestros propósitos o para que no nos hagan daño, mostrarte fuerte y no derrumbarte donde puedan verte aquéllos que no te quieren.

3 comentarios:

Patricia dijo...

Todos en algún momento hemos tenido ganas de rendirnos, de pasar, de abandonarnos, por algo que nos ha hecho mucho daño.
Sin embargo, a veces, hemos encontrado algo en la vida que nos ha hecho seguir.
Y hay que quedarse con los momentos buenos y alegres y, aunque sea difícil, tenemos que intentar ser felices.

elisa dijo...

me ha gustado mucho este poema y la opinión de Cristina porque me ha dado a reflexionar sobre los miedos que sentimos en esta vida.

Patricia dijo...

Miedos, inseguridades, injusticias...
Muchas de las cosas que vivimos, pero tenemos que intentar ser felicies y quedarnos con los buenos momentos, luchar para vivir con alegría.