martes, 8 de marzo de 2011

Quevedo viene a cuento

A todas partes que me vuelvo veo
las amenazas de la llama ardiente,
y en cualquier lugar tengo presente
tormento esquivo y burlador deseo.

La vida es mi prisión, y no lo creo;
y al son del hierro, que perpetuamente
pesado arrastro, y humedezco ausente,
dentro en mí proprio pruebo a ser Orfeo.

Hay en mi corazón furias y penas;
en él es el Amor fuego y tirano,
y yo padezco en mí la culpa mía.

¡Oh dueño sin piedad, que tal ordenas,
pues, del castigo de enemiga mano,
no es el precio ni rescate l'armoía!

Francisco de Quevedo.


Porque todos nos damos cuenta de lo mal que está repartido el mundo y no queremos quitarnos la venda de los ojos pudiéndole añadir las veces que nosotros hemos sufrido y hemos mirado para otro lado. Si lo ves desde otro punto de vista, esto quiere decir que tenemos que seguir adelante y que a veces tenemos que volver nuestro corazón de piedra para conseguir nuestros propósitos o para que no nos hagan daño, mostrarte fuerte y no derrumbarte donde puedan verte aquéllos que no te quieren.